Intro
“…en su viaje de vuelta, Jerjes llegó a Ábdera, estableció vínculo de hospedaje con sus ciudadanos y les regaló un alfanje de oro y una tiara entretejida de oro.” (Heródoto. Historia. Libro VIII, 120).
Acceso
Desde Alexandroúpoli cogemos la autopista hasta Xanthi. Salimos en el enlace de Xanthi y en la primera intersección giramos a la izquierda para pasar bajo la autopista. Seguimos dirección Genisea y Pezoula hasta llegar a la moderna ciudad de Ábdera en donde se encuentra ubicado el Museo Arqueológico. El yacimiento se encuentra en la zona del puerto de Ábdera, a mano izquierda.
Historia
La ciudad de Ábdera, con dos puertos naturales, se encuentra en un lugar privilegiado de la costa tracia. Era una de las ciudades antiguas más importantes del Egeo norte. Fue fundada a mediados del siglo VII a.C. por colonos procedentes de Clazomenes, ciudad griega de la península de Eritrea en Asia Menor, que llegaron aquí a las órdenes del oikistís Timisios en torno al 654 a.C. De esta primitiva ciudad sólo se ha excavado únicamente un tramo de las murallas y una casa. La colonia fue decayendo no sólo a consecuencia de los encuentros con los tracios, primitivos pobladores de la región, sino, principalmente, a causa de las extremas condiciones climatológicas. Es característico, que la mayoría de las tumbas correspondientes a este periodo pertenecen a bebés, situación que ha conducido a los arqueólogos a la conclusión de que los primitivos pobladores estaban muy expuestos a la malaria, algo que se demuestra también tras el estudio del material óseo de las tumbas. Aproximadamente un siglo más tarde, en el 545 a.C., el lugar fue colonizado por segunda vez por habitantes de Teos, otra ciudad griega que se encontraba al sur de Clazomenes. Los de Teos, que huían del yugo persa, se instalaron en el mismo lugar y convivieron con los de Clazomenes, asumiendo como oikistís al mismísimo Heracles y como héroe epónimo de la ciudad a Ábdero, al cual, de acuerdo con el mito, habían devorado las yeguas de Diomedes. En un primer momento, también éstos tuvieron problemas con los tracios, pero finalmente los dominaron y la ciudad experimentó rápidamente un gran florecimiento económico y cultural. Apolo era el patrón de la ciudad y su sacerdote el arconte epónimo. Importante era también el culto a Deméter, en cuyo honor se celebraban las Thesmoforias. Su santuario estaba al aire libre en una terraza artificial accesible por una escalinata monumental. La ciudad estado de Ádbera se regía por un régimen democrático. La agricultura, la ganadería, la pesca, las actividades industriales y, sobre todo, su extenso comercio (con el Ponto Euxino, el Egeo y el Mediterráneo oriental), constituían las fuentes de la riqueza pública y privada. Una muestra de la gran solvencia económica de la ciudad es su floreciente acuñación de moneda que empezó en torno al 540 a.C. La moneda tenía en su cara principal un grifo, el emblema de la ciudad. Otra muestra fue el hecho de que en el 480 y en el 479 a.C. acogiese al rey Jerjes con todo su ejército, quien correspondió con el regalo de una espada y una tiara de oro. Ábdira entró a formar parte de la Primera Liga Ateniense, pagando un impuesto particularmente elevado, a la vez que conservaba estrechas relaciones con el reino tracio de los odríseos (480 – 460 a.C.). En esta época, el hombre fuerte de Ábdera era el político Ninfódoros que, entre el 470 y el 420 a.C. jugó un importante papel en la consecución del equilibrio entre macedonios, atenienses, los ciudadanos de Ábdera y los odríseos. De este periodo, el de más florecimiento de la ciudad, se conserva un importante tramo de las murallas (el recinto norte), un santuario de Deméter y Kore, cobertizos para embarcaciones y viviendas. Personas importantes de la ciudad, relacionadas con el recinto norte, fueron Leucipo, Demócrito, Protágoras e Hipócrates. A pesar de esto, en la antigüedad la ciudad era conocida por la estupidez de sus habitantes, el llamado “αβδηριτισμός», que seguramente tenía relación con las frecuentes enfermedades que sufrían sus habitantes por la cercanía de zonas pantanosas. En el 376 a.C., la ciudad sufrió el ataque de la tribu tracia de los tribalos, que diezmaron la población. En el último momento, la llegada de la escuadra de los atenienses al puerto al mando de su general Chabrías evitó el desastre total. Ábdera, totalmente destrozada y económicamente hundida, no tuvo más remedio que participar en la Segunda Liga ateniense (375 a.C.). En el 356 a.C., cayó bajo el dominio de Filipo II de Macedonia. Estos hechos junto con las modificaciones geomorfológicas que llevaron aparejadas las inundaciones del río Nestos, obligaron a los habitantes de Ábdera a trasladarse más al sur. El nuevo planeamiento urbanístico se diseñó de acuerdo con el sistema hipodámico. Estaba constituido por fuertes murallas (el recinto sur), una acrópolis, dos puertos y un teatro, mientras que las viviendas estaban agrupadas en parcelas rectangulares. Personalidades como el filósofo Anáxarcos, el poeta Nikénetos, el matemático Bión y el ingeniero Dióclides están relacionados con este sector de la ciudad. La forma de la ciudad se conservó hasta la época imperial.
Mitología
1. Euristeo ordenó a Heracles, para su octavo trabajo, que se apoderara de cuatro yeguas salvajes del rey tracio Diomedes —se discute si era hijo de Ares y Cirene o nacido de una relación incestuosa entre Asteria y su padre Atlante—, quien gobernaba a los belicosos bistones y cuyos establos, en la ahora desaparecida ciudad de Tirida, eran el terror de la Tracia. Diomedes mantenía a las yeguas atadas con cadenas de hierro a unos pesebres de bronce y las alimentaba con la carne de sus huéspedes confiados. Con algunos voluntarios, Heracles se embarcó para Tracia y en el camino visitó a su amigo el rey Admeto de Feras. Cuando llegó a Tirida, venció a los mozos de mulas de Diomedes y llevó las yeguas al mar, donde las dejó en una loma a cargo de su valido Ábdero, y luego volvió para rechazar a los bistones que corrían en su persecución. Como éstos le superaban en número, los venció abriendo ingeniosamente un canal que hizo que el mar inundase la llanura baja, y cuando sus enemigos se dieron media vuelta y echaron a correr, él los persiguió, dejó aturdido a Diomedes con un golpe de su clava, arrastró su cuerpo alrededor del lago que se había formado y lo puso delante de sus yeguas, que desgarraron su carne todavía viva. Una vez aplacada por completo su hambre —pues durante la ausencia de Heracles habían devorado también a Ábdero— las dominó sin mucha dificultad. Después de fundar la ciudad de Ábdera junto a la tumba de Ábdero, Heracles se apoderó del carro de Diomedes y unció a él las yeguas, aunque hasta entonces no conocían el freno ni la brida. Las condujo rápidamente a través de las montañas hasta Micenas, donde Euristeo las dedicó a Hera y las dejó en libertad en el monte Olimpo.
El Yacimiento
La ciudad fue identificada por el arqueólogo austriaco W. Regel en 1887. Las excavaciones sistemáticas en el recinto sur de la ciudad empezaron en 1950 bajo la dirección de Δημήτριος Λαζαρίδης y continúan hasta hoy en día por el Servicio de Antigüedades Prehistóricas y Clásicas. Sin embargo, en el recinto norte empezaron en 1982. Además, en ell recinto sur se ha llevado a cabo un programa de restauración y conservación, así como de excavaciones complementarias (entre los años 1980 y 1991) para unificar los sectores que habían sido excavados más tempranamente. Entre los años 2007 y 2014 se ha desarrollado un programa de investigación y restauración del este recinto arqueológico, mientras que en el recinto norte se ha llevado a cabo una intensa investigación superficial desde el 2015. El yacimiento, sito en el cabo Μπολούστρα contiene pues, los recintos norte y sur, la acrópolis de la ciudad antigua y sus necrópolis, que se extienden principalmente hacia el NO, N y NE y que pertenecen al periodo arcaico, clásico y helenístico. Los recintos señalados corresponden a dos épocas sucesivas en el desarrollo de la ciudad. El recinto norte (s. VII a.C. – IV a.C.) tiene forma de herradura y ocupa una extensión de 1.075 m2. En su esquina NO se ha llevado a cabo una gran excavación que ha sacado a la luz principalmente edificios oficiales. Se conservan tramos de la muralla de la antigua ciudad de los clazomenios, del siglo VII a.C., de espesores entre 4,5 y 4 m y construidos con piedras estrechas. En su parte norte ha aparecido la puerta y un espacio rectangular en su interior que probablemente fuera un puesto de guardia. Eran las llamadas Puertas Θρηίκιες, conducían a los campos cultivados de vides y trigo, a los cementerios y a las canteras. Hay también tramos de las murallas de los de Teos, de los siglos VI y V a.C., con una anchura entre 3 y 2,7 m construidas con dos paños: el exterior con grandes piedras en el sistema isodómico y el interior con piedras pequeñas. Entre ambos había un relleno de grava. EL planeamiento urbanístico comprendía calles rectas entre las cuales se encontraba la Vía Sagrada y el Άνω Αγωγή. También un ágora y diferentes edificios oficiales. En el centro de la ciudad se encontraba el santuario del héroe epónimo Ábdero y sobre una colina el santuario de Apolo Dirinós y el bosque de las Ninfas. Las viviendas tenían un patio interior peristilo con un pozo, mientras que un particular sistema de drenaje con ánforas colocadas boca abajo, alejaba la humedad de los suelos. Talleres de siderurgia y cerámica estaban esparcidos por toda la ciudad, mientras que talleres donde se trabajaba la piedra construían elementos arquitectónicos y monumentos funerarios. Un santuario al aire libre dedicado a Deméter y Kore (finales del siglo VI – finales del siglo IV a.C.) se encontraba fuera de la muralla más nueva en una terraza con una escalera monumental. En él había 5 altares – escharas rectangulares para el sacrificio de víctimas. En el lado sur de la terraza había un almacén con miles de pequeñísimas hidrías. Fuera de la ciudad se encontraba el cementerio. El recinto sur (siglo IV a.C. – IV d.C.) ocupa una superficie de 1.125 m2. Fuera de las murallas de la antigua ciudad se encuentra el llamado Sector Museo (1), un complejo de 6 viviendas de época romana (s. III – s. IV d.C.) entre las cuales quizás existiera un taller de fabricación de púrpura. También fuera de las murallas encontramos el llamado Edificio Μακέδη (2), de época imperial (s. I – IV d.C.) y cuyo uso nos es desconocido. Y fuera de las murallas se encuentran también los restos de una basílica cementerio (3) de época bizantina (s. VI d.C.) que se construyó sobre un cementerio de época romana del siglo IV que en el siglo VI se transformó en un cementerio cristiano en uso hasta el siglo XII d.C. Pegados a la muralla, y también de época romana, se encontraban unas termas (4) de época imperial (s. I – IV d.C.) y un monumento funerario (5) (s. I – IV d.C.). La muralla del recinto sur (6) tenía una forma rectangular y bastantes de sus tramos han salido a la luz. Estaba edificada con grandes bloques de arenisca tallados y tenía una anchura de 1,7 – 2,4 m. Estaba constituida por dos paños confeccionados según el sistema pseudoisodómico, entre los cuales había un relleno de tierra y grava. En su tramo oeste está la puerta con una abertura de unos 2,5 m; está flanqueada por dos torres cuadrangulares y conduce a un pequeño patio. La muralla se destruyó en el siglo I d.C. a causa de la llamada “Paz romana”, por lo que muchas casas de esta época se cimentaron sobre sus ruinas. Desde aquí, una calle de anchura primitiva 6 m conduce al interior de la ciudad. A derecha y a izquierda había casas que no han sido excavadas en su totalidad. El primitivo planeamiento seguía las reglas del llamado hipodámico. En cualquier caso, el planeamiento que se observa hoy en día pertenece a la época imperial. Hacia el este se desarrolla otra calle pavimentada y con cunetas, de la misma época, que conduce a unas viviendas (7). Este barrio estuvo habitado durante toda la vida de la ciudad por lo que el espacio presenta una gran densidad de viviendas. Pertenecen a diferentes épocas y presentan también diferentes fases de construcción dentro de un mismo periodo. Su datación cronológica es difícil; las primeras viviendas se levantaron en la segunda mitad del siglo IV a.C., a la vez que la construcción de la muralla. Estas se encuentran en estratos de gran profundidad y son visibles en escaso puntos. En torno al siglo III – IV d.C. una gran inundación cubrió con una gruesa capa de arena la ciudad, por lo que subió el nivel del suelo. Las nuevas viviendas no se construyeron según el antiguo planeamiento de manzanas rectangulares. Muchas, además, se construyeron sobre las ruinas de la muralla. Están excavadas en su mayor parte y constituyen un ejemplo típico de las casas de Ábdera: patio central, con pozo y desagüe para las aguas de lluvia, rodeado de pórticos a los que dan las habitaciones. Tal es, por ejemplo, el caso de la llamada Casa con el patio pavimentado (8). Es una de las mejores conservadas del recinto sur. Pertenece, arquitectónicamente hablando, a un tipo muy habitual de casa de Ábdera que consiste en un patio central rodeado de una stoa en torno a la cual se desarrollan habitaciones. La parte más occidental de la casa está destruida, mientras que la parte más al sur no ha sido todavía excavada. La entrada se encuentra en el lado norte y conduce a un gran patio. En el centro del edificio hay otro patio pavimentado con placas de piedra que contiene un pozo y que está rodeado por stoas con pavimento de mortero. Las basas de las columnas eran cuadradas. A la stoa se abrían una serie de puertas con umbral pétreo que conducían a las habitaciones, muchas de las cuales tenían también pavimento de mortero. Las paredes de las habitaciones más elegantes estaban revestidas de pequeñas piezas de mármol de distintos colores. La habitación sur del ala este tiene un pozo, mientras que la norte de la misma ala es la más grande de la casa. A ella se accede desde el patio de entrada, un rasgo que asegura la autonomía de la habitación, y desde ella se accede a otra habitación más pequeña. Quizá, esta habitación norte fuera un andrón. Un buen sistema de drenaje se construyó para evacuar el agua de lluvia. A lo largo de los cuatro lados del patio hay colectores para recoger el agua de lluvia procedente del tejado. Un segundo colector, cubierto con placa de terracota, cruzaba el patio de entrada y canalizaba las aguas a la calle. Esta vivienda tuvo 3 fases de construcción: Se construyó durante el siglo IV a.C.; luego se modificó y reocupó a finales del siglo II – principios del siglo III d.C. y tuvo una ocupación final en el siglo IV d.C. Más al norte, está la llamada Casa de los Delfines (9), excavada parcialmente. Han aparecido muros que se conservan en bastante altura y que estaban recubiertos con mortero blanco. No se ha localizado la entrada a la vivienda. En la esquina SE del patio cuadrangular había un pozo junto al que se encontró en 1955 un suelo de mosaico con una representación de delfines, expuesto en el Museo Arqueológico de Ábdera. En Ábdera los suelos de mosaico eran excepcionalmente raros por lo que se supone que esta vivienda era particularmente lujosa. Está datada de mediados del siglo III a.C. Parcialmente excavada se encuentra también otra casa que se encuentra más al norte y que se llama Almacén de las Ánforas (10), del siglo IV a.C., debido a las que se encontraron en una de sus habitaciones, ánforas puntiagudas de las dedicadas al comercio. Aunque, en un principio, se pensó que podía tratarse de un local dedicado a la venta o al almacenamiento de ánforas, las modernas investigaciones han determinado que dichas ánforas formaban parte de un sistema de drenaje de las aguas de lluvia conocido en otras viviendas de Ábdera, Zoni, Tasos y Rodas. Sus muros bien construidos cubiertos de mortero rojo y los objetos encontrados en ella muestran que el lugar no era un local profesional sino una vivienda lujosa. Hacia el este de estos edificios hay una Manzana de viviendas de época romana (11) (finales del siglo I a.C. – principios del siglo I d.C.), excavada en su mayor parte, que contiene viviendas con patios, pozos, colectores y hogares. El sector más lejano que se ha excavado hacia el este es una parte de un Complejo rectangular edificado (13) en el cual han salido a la luz cuatro viviendas (Α, Β, C, D) dispuestas de norte a sur con entrada por el oeste. Su principal característica es la existencia de un antepatio que conduce a un patio central. Al lado hay dos espacios que se utilizaban para la estancia de sus inquilinos. Otras habitaciones se utilizaban para labores del hogar, almacenamiento, cocina y baño. El muro exterior está construido con el sistema isodómico. Los muros interiores están construidos con piedras desiguales unidas con arcilla y recubiertos con mortero de varios colores: blanco, rojo y amarillo. En los edificios Α y C se descubrieron dos patios rectangulares pavimentados que cuentan a su alrededor con colectores de piedra para la recogida de pluviales. También se ha encontrado hogares y pozo. Los pequeños espacios dentro de las viviendas eran tiendas que vendían vasos cerámicos y otros productos. Se han encontrado medidas de peso y volumen, sellos para ánforas comerciales, etc. Los edificios estuvieron en funcionamiento desde mediados del siglo IV a.C. hasta principios del siglo I a.C. en el que fueron destruidos por el fuego. Parece ser que este conjunto de edificios forma parte de una manzana de viviendas con tiendas y un taller de cerámica en la parte central de la zona excavada, que muestra que la fabricación de figuritas de barro era una de las más conocidas actividades industriales de las gentes de Ábdera. Volviendo hacia la entrada del yacimiento, se encuentra el grupo de 4 viviendas (A, B, C, D) del denominado Sector L (12), a una distancia de 150 m de la puerta que conducía desde el puerto al interior de la ciudad. Pertenecen a finales de la época helenística o principios de la época romana. En la mayor de ellas (A) se distinguen cuatro habitaciones rectangulares de 4 x 4 m, alineadas de norte a sur. En el suelo de las dos más al norte aparece una capa de mortero. Una entrada en el muro más occidental de la habitación más al sur conduce a un patio pavimentado. La vivienda B, se encuentra al oeste de la A, a una distancia de unos 10 m. Se ha localizado sólo un muro de 20 m de longitud y dirección N – S. Es probable que existiera una calle entre ambas viviendas, la misma que discurre al este de otras viviendas ya excavadas. Al NE de la vivienda A apareció una parte de la vivienda C. El muro este de la casa, con dirección N – S, tiene 4 basas de columnas y forma esquina con otro más pequeño. De la vivienda D, al SE de la A, se conservan tres muros, que conforman un espacio rectangular, y un muro de época posterior. En la esquina NO de la habitación ha salido a la luz una tinaja de almacenamiento. Entre el recinto norte y el recinto sur se encontraba el teatro de la ciudad, totalmente destruido por intervenciones antiguas y contemporáneas. Además de los lugares visitables hay muchos más que se han excavado y que distan bastante entre ellos, pero en ninguno de éstos se han finalizado las excavaciones. En Ábdera se han localizado cinco construcciones portuarias, tres de las cuales se encuentran hoy en día en tierra, mientras que las otras dos están sumergidas bajo la superficie del mar. En el recinto norte, los de Teos construyeron un gran puerto, protegido de los vientos, mientras que fuertes murallas protegían su interior de los ataques de tierra firme. Su tramo norte llegaba al mar finalizando en una torre en la cual había, probablemente, un faro. La construcción más importante del puerto era el tinglado en el que se reparaban los barcos y se protegían de las inclemencias del tiempo. Se ha excavado la columnata norte que se desarrollaba paralela a la muralla. En el extremo occidental las columnas se reemplazaron por un muro. Al sur del tinglado se hallaba el muelle. A finales del siglo VI a.C. el puerto fue destruido por las continuas inundaciones y derrubios del río Nestos. A mediaos del siglo IV a.C. el golfo se había llenado de tierra y fue necesario construir nuevos puertos en otro lugar. A mediados del siglo IV a.C. los de Ábdera se trasladaron más al sur, al llamado recinto sur. Aquí se alzaba la acrópolis de la ciudad antigua de la que se conserva únicamente un tramo de su antigua muralla. Al este y al oeste de este recinto construyeron dos puertos (E). El puerto oeste era el más grande y principal. Estaba protegido por la acrópolis y tenía comunicación directa con la ciudad a través de la puerta oeste de la muralla. De este puerto pueden verse hoy en día tanto el muelle como su escollera de protección, construida con grandes piedras de granito. Estaba reforzada por dos torres semicirculares donde es posible que funcionaran faros. El puerto este se utilizaba por barcos pequeños, posiblemente de pesca. Estaba protegido por el tramo NE de la muralla que acababa en una torre con faro. En el sector este de la ciudad, cerca del tramo costero de la muralla ha salido a la luz un edificio de 20,80 m x 10,25 m con pequeñas habitaciones. Data de la segunda mitad del siglo IV a.C. y se cree que pudo utilizarse como almacén de mercancías. Las necrópolis de los primeros colonos se localizan al norte en cuatro puntos fuera de las murallas de la ciudad. Los difuntos se quemaban en piras funerarias o eran enterrados en tumbas de fosa y en tinajas. Desde finales del siglo VI hasta principios del siglo III a.C. estuvo en uso el cementerio de los túmulos en donde se utilizaron todos los tipos de enterramiento: sarcófagos de terracota o piedra, cistas, tinajas, etc. Cuando se utilizaba la incineración el difunto era quemado en una gran fosa rectangular. El lugar de enterramientos se señalaba con una estela. Desde finales del siglo III a.C. los enterramientos se redujeron a una zona de la ciudad que estaba entonces deshabitada.
El Museo
Los hallazgos de las excavaciones de la ciudad y las necrópolis de Ábdera se confinaron, primeramente, en el Museo Arqueológico de Kabala; desde 1978 se guardaron en el Museo Arqueológico de Komotiní y en el almacén arqueológico de Xanthi. El Museo arqueológico de Ábdera se encuentra en la moderna ciudad del mismo nombre. En él se exponen hallazgos de la antigua ciudad y de sus necrópolis. La exposición abraca el periodo de tiempo comprendido entre el siglo VII a.C. y el siglo XIII d.C. El museo tiene principalmente un carácter educativo para alumnos de primaria y secundaria. El proyecto del museo fue realizado por los arquitectos Γ. Πολυχρονίου y Ν. Φιλιππίδης de acuerdo con el estilo propio de los edificios de Tracia. El edificio se inauguró en enero de 2000. El museo consta de sótano, planta baja y primer piso. La presentación de los hallazgos se realiza a través de cuatro unidades temáticas señaladas con las letras A, B, C y D en el plano adjunto: Textos informativos, Vida Pública, Vida privada y Costumbres funerarias respectivamente, las cuales se dividen a su vez en varias subunidades. En la Unidad temática A situada en la planta baja destaca la cabeza de hombre con barba, probablemente un retrato de un habitante de Ábdera del 150 – 100 a.C. En la Unidad temática B situada en la planta baja destaca la gárgola con forma de cabeza de león del siglo V a.C. La Unidad temática C se reparte entre la planta baja y el primer piso. En la planta baja destaca parte de un mosaico de la Casa de los Delfines del 250 – 200 a.C. En el primer piso se pueden admirar: Torso de mármol de un efebo del siglo IV a.C. Joya pectoral con una piedra semipreciosa en la que está tallado Apolo tocando la cítara. Siglo III a.C. Anforisco y alabastrones de los siglos V y IV a.C. La Unidad D ocupa parte del primer piso y en ella destacan: Hidría ática de figuras rojas utilizada como urna funeraria del 430 – 420 a.C. Pelike ático de figuras rojas del 460 – 450 a.C. Enterramiento en tinaja del siglo IV a.C. Sarcófago de tipo clazomenio con escenas de caza de una liebre por perros de finales del siglo VI a.C. Sarcófago de tipo clazomenio con representación del mito de Troilos del 480 – 470 a.C. Trozo de relieve de una estela funeraria de finales del siglo V a.C. Ofrenda funeraria de mediados del siglo II a.C.