“En la costa de Égira no tienen nada digno de mención y la distancia desde el puerto hasta la ciudad de arriba es de doce estadios.” (Pausanias. La Descripción de Grecia. Libro VII, 26, 1.)

A través de la autopista A8, Atenas – Patras, viniendo desde Atenas nos salimos de la autopista en el enlace de Derveni y cogemos la carretera de la costa en dirección Égira. Pasamos Mavra Litharia y a la entrada de Égira un desvío a la izquierda nos cruza bajo la autopista y nos lleva al pueblo de Labinos. Desde aquí, siguiendo la carretera, llegamos al yacimiento.

La ciudad de Égira es llamada en los versos de Homero Hipiresía. Cuenta Pausanias, que el nombre actual fue puesto, cuando los jonios la habitaban, por el siguiente motivo: un ejército enemigo de sicionios iba a invadir su tierra y, como ellos creían que no eran capaces de combatir contra los sicionios, reunieron todas las cabras que tenían en la región y, juntándolas, les ataron antorchas a los cuernos y, cuando era noche avanzada, encendieron las antorchas. Entonces los sicionios, pensando que les llegaban a los de Hipiresía aliados y que las llamas procedían del fuego de los aliados, se volvieron a casa, y los de Hipiresía le pusieron el nombre actual por las cabras (αιγές), y en el lugar donde la más hermosa de ellas y que conducía a las demás se derrumbó hicieron un santuario a Ártemis Agrótera por considerar que la artimaña contra los sicionios no se les habría ocurrido sin la ayuda de Ártemis. Parece que esto aconteció en torno al 688 a.C. Pero el pequeño reino de Égira (Hipiresía) se fundó después del 1250 a.C., como un reino autónomo desgajado del reino de Egio, en un principio, en torno a la acrópolis, que constituía el centro de culto del lugar. Sus habitantes tomaron parte en la guerra de Troya y Homero los cita en el catálogo de las naves. En la acrópolis de Hipiresía se han descubierto cimientos de casas micénicas del periodo comprendido entre el siglo XII y el XI a.C. Además, el cementerio micénico de tumbas de cámara en la vecina Derveni Korinthías, parece que pertenecía al asentamiento de Hipiresía que entonces estaba amurallado. Después del siglo IX a.C. la acrópolis se abandona y en su lugar se levanta un santuario dedicado quizás a Artemisa y/o a Ifigenia. En la acrópolis existió también ocupación en el periodo geométrico, el arcaico e incluso en el clásico. En el siglo VIII a.C. Égira entra a formar parte de la Primera Liga Aquea, con sede en Elíki. Durante la guerra del Peloponeso permaneció neutral, al igual que todas las ciudades de Acaya, que se constituían la Liga Aquea. Hasta la fundación de la Segunda Liga Aquea, y antes del 281 a.C., Égira se refuerza tras la instalación definitiva de la antigua ciudad de Egio (sede de la Segunda Liga Aquea), con la integración de parte de su población y de su territorio dentro de sus dominios, llegando así a su máximo esplendor. Algunos años después, el invierno del 219 a.C., en un ataque de los etolios contra esta rica ciudad, los egirenses no necesitaron la ayuda de las cabras para salvarse. Aunque fueron cogidos por sorpresa mientras dormían, reaccionaron rápidamente, se reunieron en la acrópolis (que se encontraba en la colina que se ve 500 m al suroeste del teatro) y con un valeroso contraataque empujaron a sus enemigos hasta el mar. La ciudad continuó siendo un referente en Acaya hasta el 310 d.C. en que un decreto de Diocleciano referente a la fijación de los precios de varios artículos acabó con el comercio en la ciudad. En el siglo VIII la ciudad fue definitivamente abandonada.

Desde los primeros momentos de las excavaciones (1916) que hizo aquí el Instituto Austriaco de Arqueología, salieron a la luz sorprendentes hallazgos. Los restos encontrados en la acrópolis (los cimientos, los bloques del muro, los capiteles y restos del techo) permiten la hipótesis de que aquí se levantó un pequeño templo dórico a finales del siglo VI a.C. Sería un templo en parastasi o próstilo dedicado a Artemisa o a Ifigenia. Junto a la acrópolis de la ciudad micénica se encontraban las ruinas del periodo clásico, helenístico y romano: un teatro, dos templos y un gimnasio (de época romana). Dentro de la ciudad, el complejo de edificios en torno al teatro constituye en época helenística el centro de la vida religiosa y pública. Los arqueólogos Otto Walter y Wilhem Alzinger descubrieron el teatro de la antigua Égira. Se construyó probablemente en torno al 280 – 250 a.C. La cávea fue excavada en la roca y, donde ésta no existe, se construyó sobre terraplén. Un diázoma dividía la cávea en dos partes que tenía una capacidad para unos 3.000 espectadores con una orchestra de 15 m de diámetro. El proscenio estaba adornado con semicolumnas y la escena, durante la época helenística, tenía dos pisos. Se conserva aún el sistema de drenaje de la orchestra y el muro norte de la escena con una puerta central que se ensanchó en tiempos romanos. La escena y todo el teatro fueron totalmente modificados en el siglo II d.C. En la parte norte del teatro, y en el marco del mismo programa de construcciones, se levantaron dos pequeños templos de diferente tamaño los cuales compartían una única fachada. Los templos disponen de una pronaos de estilo jónico la cual conduce a la naos. En cada una de las naos hay un pedestal para la estatua de culto que llena el espacio. El suelo de la naos del templo oeste estaba decorado con un impresionante mosaico en blanco y negro en el que aparecen grifos, cántaros y un águila atacando a una serpiente, lo que puede hacernos suponer que este templo estaba dedicado a Zeus. Importante hallazgo fue la cabeza de mármol de una estatua de Zeus de más 3 m de altura, hoy en el Museo Arqueológico de Atenas. En excavaciones posteriores salió a la luz el brazo izquierdo y un dedo de la mano derecha de la misma estatua. Efectivamente, dice Pausanias, que en Égira había un santuario de Zeus y una imagen sentada de mármol pentélico, obra del ateniense Euclides. También había una imagen de Atenea con el rostro, las manos y los pies de marfil, y el resto de madera coloreada y adornada con oro. Había también un templo de Ártemis y un santuario de Apolo muy antiguo con una imagen de madera del dios desnudo de gran tamaño. Habla Pausanias de un edificio de época romana en el que había una imagen de Tiche que lleva el Cuerno de Amaltea. Junto a ella está Eros con alas, que quiere indicar que los asuntos del amor para los hombres tienen éxito más bien por la fortuna que por la belleza.

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